Verón, La Altagracia.– Agradezco a Dios por las oportunidades que me brinda para ser mejor persona, para reconocer mis errores y mis faltas. Le agradezco a mi madre la entereza heredada para superar las dificultades. Perdono sus errores, mis errores y los de los demás porque todos somos seres humanamente imperfectos, todos pasamos por momentos o circunstancias diferentes y todos somos DE VERDAD.
Todos tenemos dificultades y momentos oscuros. Lo importante es saber que siempre, tarde o temprano, pasarán. Puede ser que nos riamos de ello, pueda que no, que nunca nos riamos y que siempre que lo recordemos, lamentablemente, nos llegue un sabor amargo a los labios. Es válido. Es la vida nuestra maestra. No trae manual. No somos expertos.
Sin embargo, cuando tienes fe en ti, instantáneamente, tienes fe en Dios porque él está dentro de ti, cuidando tus pensamientos, espantando la negatividad y educándote desde adentro. Actuamos en muchas oportunidades por instinto, imitación, amor o rabia. A veces, simplemente, hacemos lo que nos dicen que hay que hacer, sin chistar, para luego darnos cuenta de que cometimos uno, dos, tres, miles de errores.
Lo que sucede con los errores es que, en ocasiones, no los detectamos, sino después, cuando reflexionamos en frío acerca de alguna situación que nos perturbó o sigue perturbando. Y no los detectamos porque estamos vibrando en una frecuencia distinta. Estamos, señores, intentando resolver todos nuestros conflictos internos. Se nos dificulta ver más allá mientras lo hacemos.
Es entonces cuando, presos del desespero, desilusión, frustración o tristeza, hacemos daño a quienes más queremos sin darnos cuenta.
En el mes del día de acción de gracias, agradecer a Dios es la clave. Sobretodo en medio de esta pandemia.
Desde la redacción de RumbaPuntaCana, deseo para ustedes un gran mes de noviembre. Ya seguiremos conversando.
¡MIL VECES GRACIAS!
Mónica León