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Desde el estado Zulia, Venezuela, nos topamos un día con Edinxon Paz. Buscábamos, desesperados, un 24 de diciembre, alguien que nos vendiera unas hallacas para nuestra cena venezolana de Navidad.

Con una pícara sonrisa, nos dio a probar un pedacito de su manjar navideño y, sin pensarlo más, nos llevamos a casa las hallacas para completar nuestro tradicional plato navideño. Antes de que nos fuéramos, nos dijo: «¡Mirá, vos!», en su sonoro acento regional venezolano, «también vendo queso. Yo mismo lo fabrico y me queda espectacular».

Para casi todo venezolano inmigrante en tierras quisqueyanas, hay un buen dominicano que está presto a tenderle la mano.

Para Edinxon, la ayuda recibida acabó en una alianza estratégica. Es por ello que ya no lo podemos encontrar en el residencial donde habita con su familia, en Pueblo Bávaro. Ahora, casi siempre está en el campo, con la naturaleza, cerciorándose de que el mejor queso venezolano hecho en República Dominicana quede «espectacular».